El cuento de hadas

Más opciones de las que puedas soñar.

Beth Yarnelle Edward

Tu madre te cuenta una historia antes de que te acuestes y te la crees.

Te dice que puedes ser lo que quieras cuando seas mayor. Te dice que eres una persona única y valiosa y que no debes olvidarlo nunca. Te dice que tienes mucha suerte y que el mundo es tuyo. Y tiene razón. Vives en una época excepcional. Viajarás distancias mayores en un solo día de las que la mayoría hace solo un siglo viajaba en toda su vida. Podrás elegir entre una variedad de alimentos que los reyes ingleses o los príncipes otomanos no habrían podido ni imaginar. Te inundarás el organismo hasta el punto de enfermar con azúcar, la que una vez fue moneda de cambio del mundo y lo más preciado por los imperios. Vivirás más que ninguna generación precedente. Tendrás en el armario telas que en otro tiempo estaban fuera del alcance de las más grandes civilizaciones. Los huesos rotos no te convertirán en un lisiado. Si naciste chica, puedes volverte chico. Si naciste chico, puedes volverte chica. Puedes romper con la tradición sin pagarlo con la muerte. Puedes mejorarte biológicamente y cambiar de órganos. Puedes adoptar la identidad que quieras. Sus reconfortantes palabras te llevan a un sueño delicioso. Se cuida de explicar que este mundo sin límites no es para todos los niños del mundo o que semejante buena suerte hace que la Tierra enferme.

Echaría la historia a perder.

—Darren Fleet