#OccupyMainStreet

4ª oleada feminista

¿Cómo debería ser una persona?

Phillip Scott Andrews

A finales de junio a Internet le dio otro de sus periódicos arrebatos de nerviosismo,

esta vez a causa de un artículo de The Atlantic llamado «Por qué las mujeres siguen sin poder tenerlo todo» (En inglés online: Why Women Still Can’t Have It All), escrito por Anne-Marie Slaughter, exdirectora de planificación de políticas del Ministerio Estatal (en Estados Unidos), catedrática de asuntos internacionales en Princeton y, como insiste en dejar claro, madre de dos hijos. Slaughter se basó en su privilegiada experiencia para volver a abordar el ya clásico problema de cómo pueden las mujeres «tenerlo todo», es decir, conciliar maternidad y carrera profesional, y sugiere que lo que se necesita son una serie de reformas de apoyo a las familias, al estilo europeo.

A pesar de que su argumento distaba de ser original, la respuesta fue visceral. Con más de un millón de visitas acumuladas en solo unos días, el artículo ascendió como la pólvora, convirtiéndose en el más visto desde que la revista estara disponible online. La mayor parte del debate no pasó de la superficie, del título, cebo para feministas, y de la imagen retro de la portada (un bebé muy mono asomándose desde el interior de un maletín). Otras críticas malinterpretaron a Slaughter por «culpabilizar al feminismo» en lugar de al patriarcado. Unas cuantas voces marginales se desgañitaban diciendo que eso de «tenerlo todo» es a costa de las que no lo tienen y trabajan de niñeras o empleadas domésticas.

Solo cuatro días después de que saliera el artículo, Slaughter se retractó de haberlo formulado en términos de «tenerlo todo». Sin embargo, el título refleja la absoluta falta de vigencia de objetivos feministas anteriores en la actual época de austeridad… la falta de ambición política se refleja en verbos consumistas por excelencia: tener, conseguir y renunciar para poder conseguir y tener un poco más.

Mientras tanto, la generación de mujeres más jóvenes elude directamente el dilema de Slaughter, la mayoría se niegan siquiera a tener descendencia (quizás como respuesta instintiva a una superpoblación catastrófica) y no les tientan las carreras profesionales de altos vuelos. «El capitalismo neoliberal es patriarcal hasta la médula… Las mujeres son el otro 99%», escribió un o una feminista anónima de cuarta oleada en los primeros tiempos de Occupy Wall Street, presagio de las Asambleas Generales Feministas que desde entonces han pasado a ser parte integral del movimiento. En lugar de angustiarse intentando ser tanto una madre ideal como una trabajadora ideal, lo que a las feministas emergentes les preocupa es, como lo expresa el título del libro de la escritora revelación Sheila Heti, ¿Cómo debería ser una persona? (How should a person be?, 2012). La novela de Heti, basada en su experiencia vital, al igual que el trabajo de la joven cineasta Lena Dunham, explota lo personal para revelar y trascender las degradaciones íntimas y universales de la vida que tienen lugar en la plenamente pornificada cultura masculina actual… Esas mismas agallas de autoexponerse impulsan a las activistas desnudas de Femen en Europa y las manifestaciones de la Marcha de las Putas (Slut Walk) en todo el mundo. En la esfera pública, la vulnerabilidad de sus cuerpos se transforma en solidaridad inquebrantable.

Mientras Slaughter y sus lacayos del establishment venden barato su talento al uno por ciento, una contracorriente de mujeres está redefiniendo la dirección de la próxima década de sueños feministas. Puede que de la confusión surja una resistencia revolucionaria de mujeres… una gran oleada que se preocupe por cómo ser, no por cuánto tener…. y tal vez, un día, una victoria histórica que eclipsará incluso el triunfo de las sufragistas.

—Chiara Ricciardone, www.chiararicciardone.com